viernes, 9 de octubre de 2015

Contándole a la Dignidad

Cuentos de angustia, recuerdos de un pasado reciente y llamadas absurdas. Rezos sin dios divinizado que acuden a ti para que vengas y te presentes, con dos ostias bien dadas en cada mejilla, para hacer consciente lo subconsciente, o lo que no se quiere ver, aun teniéndolo delante. Poséeme y actúa con mi cuerpo, porque mi razón quedó anulada y ya no hay nada, sólo emoción absurda que me inunda y me desborda hasta la saciedad y la médula, hasta mis órganos maltrechos y finitos, deshonrados por la sangre que sale a través de mis orificios.

Llámele usted oración, petición o infidelidad cristiana. Sólo quiero que vengas y hagas de mí, por fin, un ser digno; con vergüenza, orgullo y coherencia, esa que perdí desollando mis rodillas ante ti, no usted, sino aquél otro, por el cual acudo a usted, Señora Dignidad.

Así, una vez más, aprovechando el despertar de los adjetivos divinizados, maldigo a la Emoción, que tan mal hace a aquellos que salen mucho con la Impulsividad. Mándele usted, Dignidad, a la reverenda mierda. Por hacer de mí un ser indigno, despojado de placeres egocéntricos. Un ente sin forma, extraño y aborrecido. Una manzana mancillada y, para más inri, podrida; que pide amor sin tener que pedirlo, que llora por quién mientras ríe, que pide perdón cuando debe recibirlo o soporta, en silencio, la cal más cal de todos los universos paralelos.

Venga a mí, Dignidad. Apiádese de mí, oh, mi dulce Dignidad.

lunes, 22 de junio de 2015

Material de disección

Hola, te echo de menos...

Voy a coger tu cerebro y voy a sacarlo de esa cárcel que forma tu cráneo.

¿De nuevo me borras?

Lo abriré, lo cortaré. Separaré tu neocortex cerebral del resto de estructuras subcorticales. No quiero más, no necesito más.

Mis cosas malas no es que sean insignificantes, es que son realmente malas.

Diseccionaré, aislaré cada neurona, localizaré cada conexión, cada sinapsis. Voy a colocar dos lupas en mis ojos y a manchar mis manos con tu sangre.

Voy a lamer tus heridas y destripar tus entrañas; y así, por fin, voy a entenderte de una puta vez.

domingo, 31 de mayo de 2015

#06

Aquellos tristes pares, 
que dejaron de hablar en primera persona del singular para poder hacerlo en plural, 
perdieron toda su identidad, 
desechando su cerebro individual para compartir un único para dos. 

martes, 31 de marzo de 2015

Bendito corazón nuestro


Un buen día, tu amor te abandona y tú susurras, categóricamente, con el corazón aún en la mano palpitante, “nunca querré a nadie como te quise a ti”. Una verdad que sale de tu boca llenándote las vísceras, que crees firmemente y que resulta irrevocable. En ese momento, la intensidad y la pasión están hablando, y te resulta verdaderamente incomprensible querer a alguien como estás queriendo en aquél momento.

Pero luego, llega otra persona, te enamoras, llega la pasión y, si tienes la mala suerte, como pasa mucho en estos tiempos, te vuelven a abandonar; y apareces de nuevo en escena llorando, prometiendo amor eterno, con tu corazón, que después de sacártelo lo volviste a colocar, volviéndolo a sacar en mano palpitante, jurando que nunca amarás a alguien como lo estás amando ahora. Vuelves a creértelo, la intensidad de las emociones nunca falla; es cierto: Lo amo y jamás querré de esta forma. Pero de nuevo el tiempo pasa, te vuelves a meter el corazón en tu caja torácica y de nuevo vuelve a palpitar al ritmo de otro corazón, una y otra vez, con la misma intensidad y la misma sangre.

Una y otra vez, sin cansancio, sin retorno, ni olvido, ni aprendizaje.

Una y otra vez, hasta el fin de los tiempos del bendito corazón nuestro.

miércoles, 25 de febrero de 2015

sábado, 24 de enero de 2015

De gomas, tipp-ex y otras cosas

Inventaron la goma de borrar lápices y carboncillos. Luego vino la goma dura que borraba los bolígrafos.
Luego vino el líquido corrector con pincel, aquél con aplicador y, luego, más tarde, apareció el tipp-ex deslizante con cinta adhesiva.
¿Para cuándo el borrador para las cosas que hacemos?