No hay nada más que vicios.
Tus vicios y las adaptaciones de mis vicios a los tuyos
Siempre.
Y todo esto se reduce a la no contingencia de tus canciones y las mías dedicadas en el tiempo y la distancia. La indiferencia que destilas.
El echar de más o el echar igual.
La neutralidad. La hipocresía.
Todo metido en un bote y agitado sin reparos ni ecos, mientras yo dedico y tú dedicas canciones con distintas direcciones.
Cogería dos balas, sólo necesitaría dos. Luego, se las tiraría de frente a esa maldita liebre de la canción.